Autonomía

En mi caso, cuando pensaba en emprender me veía trabajando de lunes a domingo, teniendo que pagar a empleados – que no trabajarían igual que yo -, y me veía recibiendo camiones de stock en la puerta del local. Sin lugar a dudas, lo que viví con el negocio de mis padres tuvo algo que ver en lo que yo pensaba que era emprender.

He visto a mis padres trabajar infinitas horas para poder cerrar dos semanas al año, por no hablar de los camiones llenos de cajas de género y los dolores de cabeza en las épocas malas para pagar los sueldos y las facturas. Fue por este motivo que cuando me hablaron de una gran oportunidad de emprendimiento yo no podía comprenderlo, mi mente no estaba preparada para ello.

Sin embargo, tres años después de haberme enamorado de los productos de dicha empresa, aquello pasó de ser algo en lo que no creía a ser un proyecto que, no solo podía multiplicar mis ingresos si lo trataba con la seriedad y dedicación que requería, sino que, además, me podía dar la libertad horaria y geográfica que estaba buscando sin inversión económica ni tener que dejar el trabajo que estaba realizando.

Así, empecé también a acompañar a otros en este mismo camino y, con los años, he ido construyendo algo que creía imposible. ¿Si trabajo? Por supuesto. ¿Es algo que sale de lo convencional? También. Que ¿Es posible algo distinto a lo que nos han enseñado? Sin lugar a dudas. Que ¿Puedes crear algo mucho más grande de lo que pensabas y ganar mucho más de lo que creías? Absolutamente.